martes, 10 de abril de 2012
sábado, 7 de abril de 2012
Día 36: "¡Y no vuelvas!"
Hola. Sé que tenemos tiempo sin estar bien, que el frío por el que siempre rogamos nunca llegará a nosotros a pesar de los problemas llego, y que no podemos dialogar demasiado. A pesar de éso, voy a pedirte un favor, o mejor dicho, voy a pedirte EL favor. Tú eres la única persona que sabe dónde guardo mi caja, mi caja de los recuerdos. Tú sabes que trate de vaciarla de ti, porque ocupas demasiado espacio, y no puedes estar eternamente ahí, porque llegan personas a las que me encantaría hacerles un hueco aunque sea pequeñito, y porque duele tenerte siempre ahí, cuando realmente no quiero hacerlo. Saqué todo de la caja, quité todo lo que tuviera que ver con tu recuerdo. Eliminé toda prueba para que, cuando volviese a abrir la caja tú ya no estuvieses ahí.Yo saqué TODO, te repito. No quedaba nada de ti en esta estúpida caja roja, que ni siquiera es profunda, ¡ni siquiera mide 15 centímetros! Pero entonces, ¿cómo no vi el recuerdo que más quería olvidar? ¿Cómo pude omitir sacarlo si estaba ahí, junto a todos los demás? ¡Sí, olvide sacar que te quiero! Pero tú eres la única persona que sabe dónde guardo mi caja... Así que, te pido lo siguiente: No vuelvas a entrar en silencio mientras duermo a revivir lo que siento y recordarme que todavía no he sido capaz de olvidarte. No lo hagas. He hecho todo lo que debía: borré tus mensajes, dejé de buscarte, olvidé que te deseaba, extravié tu recuerdo, tu olor, tu forma de sonreír, perdí la paciencia para esperarte, maldije 55 veces haberte conocido, aborrecí dedicarte acordes que nunca escucharías, odié tu nombre, tus manos, ignoré las canciones que te dediqué, tu manera de llamarme, tus ojos, tu estúpida manía de enfadarte si no te hacía caso...Lo hice todo para dejar de suspirar por ti. Todo, menos dejar de escribir que aún no te he olvidado.
lunes, 2 de abril de 2012
Así eres tú.
No sé si te empeñes o sólo así, de la nada, tú logres hacer de lo más desagradable cada conversación trivial conmigo. Dos minutos, dos minutos de tu "yo" sensible, de tu "yo" que me hace reír al parecer es algo muy difícil. Subir en elevador con el vecino más cabrón es más agradable, es menos sofocante y te juro que sigo sin entender por qué. Te juro que me matas a cada segundo, te lo juro. Y te lo juro porque llevas monopolizando mi cerebro los últimos cuarenta y cinco días, y no puedo más. Ya no me quedan ni lágrimas, ni ilusiones, ni esperanzas, ni ganas de seguir con ésto. Me queda aprender a vivir con ello, y ser feliz. Tal y cómo lo hacen el tuerto o el cojo, tendré que aprender a vivir con el corazón amputado. Ahora me pregunto si hay clínicas en las que te enseñen los gajes del oficio en ésta cosa del amor. Pero a pesar de éso, en el fondo sé que me haces un favor por ayudarme a dejarte atrás a ti y a tus estupideces. Casi creo que tendré que terminar dándote las gracias.
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