lunes, 26 de diciembre de 2011

Dolor de cabeza.

-Me duele la cabeza-, me dijo él.  
-¿Quieres una aspirina?-, le pregunté. 
-No es tan fácil-, respondió. 
-No es tan fácil ¿que?´, repuse. 
Entonces el adquirió lo que yo llamo el estilo Mauricio Garcés, y luego de un suspiro respondió -¡TODO!-.

Y sí, en ese momento debí detener la plática.

Debí de haber dicho "¿Nos vamos?", instarlo a que pagara la cuenta. Huir.



Pero no. No. Agregué, como una perfecta imbécil: -Tal vez sea tu estómago, amor.

El sonrío irónicamente, con la actitud de alguien que ya lo sabe todo, ese tipo de sonrisa que te hace sentir miserable y mínimo. Sonrío y me dijo: -¡Qué niña eres!. Crees saber todo lo que me sucede.



Debo decir que cinco minutos antes de eso nada presagiaba la tormenta. El viento de nuestro amor soplaba plácida, suavemente. Entonces apareció el pinche dolor de cabeza.

-Lo nuestro no puede ser-. Agregó al fin.
-Pe..Pe...Pero amor, ¿qué pasa?-. Le conteste, mientras culpaba a ese putito dolor de cabeza.

-¿No has leído la última edición de New Scientist?.
-La verdad, no.
-¡Claro, qué te va a venir importando!. ¡La verdad es que yo te importó poco!- Estalló.
-Sí me importas, lo que pasa es que ni conozco la revista, ni sabía que tú la lees...
-¡No es cierto!. Si yo te importará sabrías que se hizo un estudio en Londres y se descubrió que el amor no esta en el corazón, esta en el cerebro.
Si te importara tantito, sabrías que las personas que participaron en el estudio se decían "perdidamente enamoradas", y se les sometió a resonancias magnéticas.

Si te importara, sabrías que cuatro zonas del cerebro se activaron por los sentimientos amorosos.
Pero no. No lo sabes. No lo sabes porque yo, ¡yo te valgo madres!- Dijo, al borde del colapso.
-Pero, flaquito-, le dije - ¿Qué tiene que ver eso con nosotros?.
-¡Todo, absolutamente todo! -. Repuso - ¿Tú crees que es normal qué me duela la cabeza en este justo momento?.
-Te ha dolido antes...

-Pero no de esta manera. !No¡. Definitivamente lo nuestro no puede ser.
-Y, ¿qué hacemos?- Le dije, al borde del llanto.

-Que terminemos-. Dijo con frialdad., luego, agregó- ¿O tienes una solución mejor?.


Pensé rápidamente. O eso traté de hacer. CARAJO. Estúpida revista, doctor, resonancia. Estúpidas personas que se dijeron enamoradas. Por su culpa, estaba ahí sentada, frente al amor de mi vida, sí, frente a ese hombre que en ese momento y por ese drama bien pudo haber pasado por una gran vagina andante; estaba ahí y no sabía qué hacer. De pronto, dije:

-¡Sí, ya lo tengo!. Hazte una resonancia mirando una foto mía. Así sabrás si en verdad me quieres.



Sí. Sé que no fue la mejor idea, pero ¿que más podía hacer?. A esas alturas de su dolor de cabeza, ¿qué mas podíamos perder?.


-¿Tienes una foto?-, agregó.


Saqué de inmediato mi cartera.


-Tengo esta de cuando era niña.
-Estabas bien peludita- Dijo, mientras sonreía.
-No, lo que pasa es que las estas viendo al revés- Le contesté- ¿Tú crees que sirva?.
-El ser es ser mientras sea-. Contestó mientras miraba filosóficamente al  horizonte. 


En ese momento, ahí, me di cuenta de cuanto miedo sentía. Por nada podía perder mi todo, él.


Tras pagar la cuenta, caminamos hacia el hospital más cercano. Caminamos, y aquí estoy. Estoy  en una sala de espera con el estomágo y el ser llenos de una extraña sensación. En ese momento, una complicadisíma maquina hecha en Japón estaba a punto de decidir el futuro.


Esa maquina tomaría tajadas del cerebro de mi novio -o ex novio-  y nos dirá lo que antes (para él) yo atribuía a su corazón. ¿Hay amor?. ¿No hay amor?. ¿Es un capricho?. ¿Será qué esta en días?. ¿Tenemos un futuro juntos?. Y, sobre todo, ¿sé le pasará, podrá volver a darle ese dolor de cabeza?.

No hay comentarios:

Publicar un comentario