miércoles, 17 de octubre de 2012

Pero no sé desnudar a la eternidad.

"Sé cocinar platillos con todas las letras del abecedario y conozco el tiempo exacto para preparar un café perfecto.



Sé también el tiempo que dura un día y conozco a la perfección el sol y la luna. Conozco más de lo que creo y sé más de lo que quiero. Pero no me conozco del todo.




Estudio, trabajo, canto, escribo y soy consejera de quien lo necesita y de quién no también. Tengo defectos también, beso a quien me gusta sin poderme controlar, lloro con canciones y a veces no puedo hablar por teléfono sin que se me quiebre la voz. Hablo cantado y me río gracioso. Pero el mayor de todos, el que más está presente es mi incontrolable gusto por escribir.




Escribo para mi, escribo para ti, escribo para él y también para ella. Para ese y por qué no para esa.



Con las letras me conozco, me duelo, me lloro, me siento, me vivo, me ignoro, me pierdo, me divierto, me soy. Escribo por las noches cuando me siento triste, escribo también por los días cuando estoy aburrida. Escribo en fines de semana y en días feriados, en vacaciones y en días ocupados.



Le hablo al tú por tú a los sentimientos y los desnudo para comprender por unos segundo su rara anatomía y grabarlos en mis lienzos. Acomodo las palabras idóneas en una manera tan armónica que me asusta, que asusta.



Las letras siempre están ahí para mi, pero yo no siempre para ellas, a veces las evito y las ignoro por que ellas siempre me dicen la verdad, aunque duela, aunque lastime, aunque mate.


A pesar de todo esto soy feliz escribiendo, soy plena soltando versos y palabras. Aunque no me conozco del todo parece que así lo fuera, sonrió y lloro.

Me quedó para siempre en las letras, siendo ellas una parte de mi y yo una parte de ellas. 

Espero que cuando alguien lea alguno de mis textos me recuerde, y sepa que, sin querer y sin saberlo, ese texto es también para ella, que lo disfrute, que lo viva por que al hacer eso yo viviré por siempre, su corazón, en el mío, en las letras, en el espacio, en el todo."




Él, el amiguito frutal.

sábado, 7 de abril de 2012

Día 36: "¡Y no vuelvas!"

Hola. Sé que tenemos tiempo sin estar bien, que el frío por el que siempre rogamos nunca llegará a nosotros a pesar de los problemas llego, y que no podemos dialogar demasiado. A pesar de éso, voy a pedirte un favor, o mejor dicho, voy a pedirte EL favor. Tú eres la única persona que sabe dónde guardo mi caja, mi caja de los recuerdos. Tú sabes que trate de vaciarla de ti, porque ocupas demasiado espacio, y no puedes estar eternamente ahí, porque llegan personas a las que me encantaría hacerles un hueco aunque sea pequeñito, y porque duele tenerte siempre ahí, cuando realmente no quiero hacerlo. Saqué todo de la caja, quité todo lo que tuviera que ver con tu recuerdo. Eliminé toda prueba para que, cuando volviese a abrir la caja tú ya no estuvieses ahí.Yo saqué TODO, te repito. No quedaba nada de ti en esta estúpida caja roja, que ni siquiera es profunda, ¡ni siquiera mide 15 centímetros! Pero entonces, ¿cómo no vi el recuerdo que más quería olvidar? ¿Cómo pude omitir sacarlo si estaba ahí, junto a todos los demás? ¡Sí, olvide sacar que te quiero! Pero tú eres la única persona que sabe dónde guardo mi caja... Así que, te pido lo siguiente: No vuelvas a entrar en silencio mientras duermo a revivir lo que siento y recordarme que todavía no he sido capaz de olvidarte. No lo hagas. He hecho todo lo que debía: borré tus mensajes, dejé de buscarte, olvidé que te deseaba, extravié tu recuerdo, tu olor, tu forma de sonreír, perdí la paciencia para esperarte, maldije 55 veces haberte conocido, aborrecí dedicarte acordes que nunca escucharías, odié tu nombre,  tus manos, ignoré las canciones que te dediqué, tu manera de llamarme, tus ojos, tu estúpida manía de enfadarte si no te hacía caso...Lo hice todo para dejar de suspirar por ti. Todomenos dejar de escribir que aún no te he olvidado.

lunes, 2 de abril de 2012

Así eres tú.

No sé si te empeñes o sólo así, de la nada, tú logres  hacer de lo más desagradable cada conversación trivial conmigo. Dos minutos, dos minutos de tu "yo" sensible, de tu "yo" que me hace reír al parecer es algo muy difícil. Subir en elevador con el vecino más cabrón es más agradable, es menos sofocante y te juro que sigo sin entender por qué. Te juro que me matas a cada segundo, te lo juro. Y te lo juro porque llevas monopolizando mi cerebro los últimos cuarenta y cinco días, y no puedo más. Ya no me quedan ni lágrimas, ni ilusiones, ni esperanzas, ni ganas de seguir con ésto. Me queda aprender a vivir con ello, y ser feliz. Tal y cómo lo hacen el tuerto o el cojo, tendré que aprender a vivir con el corazón amputado. Ahora me pregunto si hay clínicas en las que te enseñen los gajes del oficio en ésta cosa del amor. Pero a pesar de éso, en el fondo sé que me haces un favor por ayudarme a dejarte atrás a ti y a tus estupideces. Casi creo que tendré que terminar dándote las gracias.

sábado, 31 de marzo de 2012

Antonio.

"Llevas tanto tiempo en mi vida, que no recuerdo nada más."


Ante mí se disponen miles de formas para responderte, de reaccionar, pero ninguna me parece adecuada para explicarte, con un par de frases, un par de gestos, que no quiero verte marchar, que no me es suficiente un “te extrañaré". Que no me es suficiente siete horas de teléfono, ni cincuenta cartas, ni infinitos mensajes. Que lo único que necesito eres tú, tú, tú, tú... 

Día 5. "La carta que nunca verás"

Mi pregunta fue clara, concisa. Te dije: "Dime sí, o un no, una mínima explicación." Pero lo poco que obtuve como respuesta fue un suspiro, una mirada que lo poco que me otorgaba era el peor de mis temores. Te irías, esa era la respuesta del silencio que me estabas regalando. Entendí eso de “El que calla otorga”. Sentí que debía suplicarte que te quedaras a mi lado, pero el único odio que pude llegar a sentir hacia ti salió desde lo más profundo de mi ser, para llegar al exterior, en forma de lágrima.  Recuerdo tu gesto, junto a tu sonrisa leve, tu mano agarrándome fuerte y prometiendo volver. No te creí, ¿para qué engañarnos? Sabía por experiencia que mentías, que me habías mentido mil veces, y que ahora no ibas a cambiar. Pero, aún sabiendo que me mentías, te abracé, con todas las fuerzas que me quedaban. Me dijiste esa cosa de “no te preocupes, esto no es el final”. Yo seguía sin creerte, pero hice el esfuerzo y  me tragué las pocas palabras (sólo amor, sólo "te amo")  que podía decirte.
Volviste a hablar, pero esta vez algo que me hizo apartarme de ti. Escuché un "No será igual, pero no quiero perderte. Te extrañaría.”, tan triste que me rozó la superficie del corazón, ese músculo que bombea más y más rápido mientras te escribo esta carta.
Te miré a los ojos, tan directamente que llegué a creer que nunca podría salir de allí. Abriste la boca para decir algo, y aunque nunca sabré qué, no me arrepiento de haberte creído, de haber creído que decías la verdad. De haber sentido lo que sentí y de nunca logar odiarte.

sábado, 24 de marzo de 2012

Bienvenida Primavera


Yo seguía con él por puro egoísmo. Porque me inspiraba, el dolor, lo que me hizo, lo que dejó de hacer, lo que sigue haciendo. Yo lo amé y me enganché a él como quién se cuelga de una nueva droga y se arruina y arruina a los demás por esa mierda. Y nunca supe salir de ahí. Se convirtió en un laberinto en mi manera de vivir, de mí nada salía, y a mi vida, a la que siempre entraban colores,sólo se le veía en tonos grises. Nunca volvimos a estar "juntos" desde aquello, a mirarnos sin que nadie nos observara, a callarnos y esperar que la química hiciese el resto. Nunca tuvimos el valor suficiente. Sólo nos dejábamos deleitar con presencias pactadas cuando nos reuníamos en algún lugar común. Nos regalábamos algunas de las risas que antaño hubieran hecho que esa noche la pasáramos juntos, y con las que ahora nos conformábamos para llevarnos un buen sabor de boca a la cama.
Siempre pensé que había gente a nuestro alrededor que se estaba dando cuenta de que había alguna pieza que no acababa de encajar, que todavía nos brillaba un poco el alma detrás de nuestros ojos. No lo pregunté, y él tampoco, de eso estoy segura. Notaba que él se contentaba con que yo hiciera algún que otro gesto de más, se sentía fuerte, como que no había apagado el fuego del todo y yo todavía seguía intentando saltar por encima de las llamas. Él reaccionaba de muchas maneras. O bien evitaba reaccionar a mis impulsos y hacerme sentir como la que perdió, o bien si yo llevaba rato sin dirigir la mirada hacia alguno de sus movimientos, corría a buscarme temeroso de que yo estuviera perdida en otros ojos o en otros labios. Y luego esperaba a que levantara la mirada e hiciera algún gesto que él pudiese traducir a su antojo en una respuesta que le hiciera feliz.
Yo sin embargo actuaba por puro instinto, sin hacer caso a mis lágrimas de ayer ni a mis sonrisas de mañana. No tenía una estrategia definida y por lo tanto jugaba a tentarle, a ponerlo nervioso, ¿qué se yo? A casi todo con tal de que él supiera que a pesar de todo, estaba ahí y seguía viva. Muy viva.
Ese comportamiento me ayudaba a seguir pero me hundía a la vez. Quería resignarme, darle la razón a la indiferencia, que todo pasase a un segundo plano, que se alejara del protagonista y la escena principal, buscar en otros escenarios, detrás de los focos, entre bambalinas, en las tomas falsas o en otro punto de enfoque para que no se fijara sólo en la tristeza argumental que hacía interesante nuestro drama. Pero entendí que esa lucha era un acto inútil, una pérdida de tiempo. Que mi yo salvaje nunca dejaría que actuara la razón ni daría un poco de brillo o cordura a esa historia.
Que por más que lo necesitara, yo quería otra cosa, quería el punto rojo en ese cielo, quería vendarme hasta el cuello y volver a caerme semanas después, quería experimentarlo todo hasta que acabase de matarme. Era la única forma de sentir. De no apuntar otro fracaso.
Notaba cómo serotonina disminuía hasta dejarme sin defensas y tú no parabas de martillear mi cabeza y apuñalar mi corazón. Pero un buen día las cosas cambiaron. Alguna pieza optó por encontrar algo de razón en mí y eliminó el trastorno para convertirlo en algo parecido a la paz interior.
Y fue entonces cuando me di cuenta de mi personalidad con tendencia a la depresión, al pensamiento autodestructivo. Cuando la luz me cegó, mudé de piel y con ella también mi punto de vista. Te quedaste en algún recoveco de los ayeres que no se pronuncian por miedo, en alguna parte desde ya no dueles y no te clavas en mí. A veces siento cómo intentas salir a nadar a contracorriente y llegar al corazón pero ni sístole ni diástole me permiten tal estupidez.
Así que vuelves al lugar donde eres sin estar, donde acumulo aprendizajes y errores a partes iguales.
Orgullo y resistencia escribe en indeleble la tinta de mi pluma y es porque por fin lo he conseguido: Estoy en el lado ganador y otra vez me quedo indefinidamente esperando que alguien leal me robe el trofeo. Me pueden las ganas del desconocido deseo infinito por sentirme de nuevo vulnerable en otros labios.

lunes, 27 de febrero de 2012

¿Perdón?

Intento de todo, pero no puedo perdonarte. Hago como que no pasa nada, pero mi corazón no me deja en paz. Intento sonreírte y mis ojos me traicionan porque están dolidos. Te acaricio, pero dentro de mi siento que has traicionado lo más preciado que te regalé. MI CONFIANZA.  No es lo mismo, ya no es lo mismo, y no creo que vuelva a ser igual.

Me pediste una oportunidad, y te la he entregado, pero en tus charlas no dejo de escuchar debajo de todo tu parloteo ese triste tono de un chiquillo malcriado que a tiempos quiere lograr lo que se ha encaprichado en hacer. Me dices que me amas, que me amaste, pero lo siento como una cuchilla en mi corazón, en vez de ser un motivo para que me regocije.

Tanto daño me causaste con tu mentira que no sé si en realidad ahora seas tú quien pierde su tiempo en una amistad.

No puedo perdonarte. Y no sé si quiera hacerlo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Diario.

Solíamos escribirnos y describir todas las noches la forma en la que habíamos vivido nuestros días... Solíamos poner mensajes entre las líneas. Describir besos y manos bajo la blusa en una letra. Solíamos hacer el amor con un poema. De hecho así fue como su manera de pensar realmente me enamoro.  Podría quedarme ciega y aun así seguir viendo lo que me mostraba.
“Lo esencial para el alma es invisible a los ojos” dicen. Y es cierto. Porque no necesitaba verlo frente a mí
 para sentirlo. Porque la manera en la que nos amábamos hacia que los latidos fuesen como ver el mundo desde sus ojos y tratar de hacer que él viera desde los míos. Podía quedarme muda y a miradas seguir amándolo, seguir amando su alma, seguir amando su esencia...

domingo, 22 de enero de 2012

Recuerda este día, porque es el último que te amo.

“Me urgía conocerte para escribir esa canción que me rompiera el corazón.”

Hoy desperté, después de no dormir por estar cantando para ti en la distancia, con la firme convicción de no recordarte, de no hablarte, de ignorarte, de no pensar en ti y de olvidarte. Así, me di cuenta que el recuerdo no se desgasta con el uso, al contrario, se vuelve más permanente. Y querer olvidar a alguien es suplicar por recordarle para siempre. Entonces me decidí a no pensar mucho en borrarte, comencé mi día, abrí los ojos y cerré el corazón para no llorar. Sí, otro intento fallido pues encontré una canción que no sé cuando escribí, desde otro cuerpo, con otra mente, con el corazón lleno de otro alguien, siendo otra persona que no soy.

Y esa canción habla de ti y de mí.

Llevo tres horas escuchándome cantar la misma letra, la misma melodía, la misma voz y no me he cansado.

Llevo dos meses esperando a que regreses y tampoco me he cansado.
Y esta batalla interminable que libro contra mi misma lleva tus defectos y tu amor de por medio. Y es que  estoy amando a alguien que se quedo sin decir adiós.

Como no estas aquí para calmar mis ansias; tienes que saber que sigo escribiendo la misma canción, cantando con la misma letra, la misma melodía, la misma voz, sólo quería que lo supieras. Y no, yo no sabía que esta canción que hablaría de los dos.

¿Para qué te fuiste si te ibas a quedar? Mis canciones están descompuestas, todas suenan a tristeza; mis manos no paran escribir tu nombre y de borrarlo incansablemente para tratar de comprender que estas lejos. He caminado tanto con tu ausencia que ya me he aprendido a vivir con ella, ya me calza. He caminado tanto que ya me duele la mente de tantas veces que he recorrido imaginariamente tu espalda con mis dedos después de hacerte el amor... Después tengo miedo de dormir en mi cama y despertar en tu ausencia, porque desde que amanezco y miro tu ausencia a mi lado he aprendido el verdadero significado de la palabra “distancia”. Trato de cantar, pero la voz se me quiebra y se hace pedazos. Siento la garganta tan hecha nudos que se me enredan en los ojos y termino por llorar. Y lloro. Y nada. Hoy solo pasa que ya no quiero llorar. Pero entonces me muerdo los labios porque recuerdo cuando tú lo hacías por mí y por mi distancia. Recuerdo cuando escuchaste por primera vez mis miedos y así me abrazaste. Recuerdo y todo vuelve a comenzar.

Y el problema es que te quiero. Y te quiero tanto que ya me da miedo decírtelo y que te espantes ante la idea de ser amado y huyas, como ya lo has hecho. Me da miedo decirlo y que te asustes y saltes por la ventana o tomes arsénico. Te quiero tanto que prefiero fingir que todo está bien, que te amo, pero poquito así, casi nada. Te quiero y me da miedo darme cuenta de que tú no a mí ya no y entonces ser yo la que tenga que saltar por la ventana porque simplemente no tendré el valor de huir. Te quiero en silencio, en tu cama sin que lo sepas, en tus besos sin que lo notes, en la distancia sin que lo sientas.

Te quiero porque gracias a ti empecé a  razonar que pensar a futuro es como sentirte satisfecho cuando aún no has comido, como pensarte ebrio sin haber bebido, como planear tu funeral en vida o intentar volar sin alas.

Te quiero porque hasta ahora has sido  real, el más tangible y el más lejano. El que me hace sentir segura, libre, llena de todo y sin embargo me mantienes en una muy estúpida incertidumbre. Doloroso, pero real. 

Te quiero y  no quiero escuchar tu respuesta porque ya sé cuál es. Soy tan cobarde que si ya no te digo que te quiero, es para no pensar en qué me responderás, para no tener que marcharme, para no verte partir.

Ya me urgía conocerte para que esta canción que me rompiera el corazón.

lunes, 16 de enero de 2012

La historia jamás contada de la caminata bajo la lluvia

"Existe una frontera que hace sombra a un par de amantes, que con unas simples letras tratan de romper el hechizo de una sutil distancia…"

Si tuviera que narrar una historia, comenzaría por describir la noche lluviosa en que él descubrió su mirada y decidió tomar la mano de ella y caminar por la calle, bajo la luz de la luna llena que alumbraba sin recato  toda la calle, protegiendo a ese joven y a su amante de la oscuridad y que provocaba que las gotas que caían lucieran como chispas de fuego que se apagaban al golpearse contra el suelo.

Si tuviera que contar esa noche en que él la beso, también mencionaría el maullido de un gato que salió corriendo al verlos .

Contaría como ella se asusto y se oculto entre sus brazos. También les diría que el la abrazo  y giro la cabeza a todos lados procurando que nada más la asustara, que siguieron caminando lentamente bajo la lluvia, reproduciendo en su mente esa melodía que escuchan sólo los que se aman, que da ritmo a los pasos y a la respiración, que colorea el aire y se lleva los temores. Les contaría de esa promesa que recita que el primer baile es para amar y la última canción habla de un amor que va más allá de cualquier tiempo. Les relataría de ese primer baile que tuvieron, y del mal presentimiento él que tuvo en su pecho. La felicidad da miedo.

Pero no. No tengo que ninguna historia para narrar, ya que a uno de ellos le falto valor para soltar sus miedos y tomar su mano. Como no soltó su miedo no tomo su mano, y justamente así empieza esta historia. Así que ustedes no sabrán nunca nada de esos amantes, pues no caminaron bajo la lluvia.

sábado, 14 de enero de 2012

Nada.

Guarde los silencios que un día nos hirieron y entre ellos oculte todos los "nada" en los que siempre mal guardamos nuestros sentimientos. Ven a buscarlos el día que quieras saber lo que sientes y lo que te siento.
Ven a buscarlos cuando te sientas libre, cuando el miedo no sea tu miedo.
Ven a buscarlos cuando quieras tomar nuestros sueños y no romperlos, cuando comprendas que los castillos de arena que he construido para nosotros no son velas, cuando entiendas que no debes de soplarles con fuerza.
Aquí donde nadie observa cuando nos ámamos, aquí donde nadie nos mira escondí un trocito de "Todo lo que te quiero", para un día inventar secretos.
Alli en la nada, esta mi mano, esta nuestra historia.

sábado, 7 de enero de 2012

Biografía de un amor sin tiempo.

“Hay dos desgracias para el ser humano: No tener al ser amado o tenerlo y no poder amarle.”

Te veo, ¿Estás?  Vienes. ¿Te quedarás?  Estas un día si y otro no, es parte de tu manera de ser, lo sé. Vienes me besas, dices “Te amo” y te vas.

Vienes luego, pero ausente de ti, me besas la sonrisa pero tus labios están vacíos, me tocas en la distancia,  me miras lleno de falta y te vas. Me dejas aquí,  luchando contra tus ojos tan distantes que sin querer me amenazan, con  tu mirada que atormenta, y luego con tu sonrisa que no me pertenece. Te abrazo con las piernas porque no quiero que te vayas. Te pido que trates de romper esas cadenas, mientras respiro tus risas y ahogo el llanto para no gritar. Te conozco tan bien, que sé que pronto te vas a marchar y no puedo hacer nada, y trato de lograr que no te vayas aunque no quiero intentar. 

Estás, pero no presente, te siento, te veo, te escucho, te quiero, mas no te tengo y cuando te tengo te me vas.
¿Qué hago contigo? ¿Te dejo ir? ¿Me alejo (¿más?) en silencio? ¿Me quedo en suspenso esperando a que reacciones o me dejes, lo que pase primero? ¡Dime qué!

Si te vas no quiero que te quedes… Llévate contigo el recuerdo, los besos, los brazos, las risas, los llantos, los versos y a ti, y luego ¡no llegues a mi vida nunca más! Si te vas a ir vete desde antes de llegar, porque si no lo haces, no sé cómo dejarte de amar, y más que dejar, no se como resistirme a tus besos. Y a esos también llévatelos  porque no los quiero aquí, haciéndome sufrir.

Si te quedas no quiero que te vayas. ¡No llegues si te vas a largar!

Te amo y parece no ser suficiente. Me escapo de mí misma, es que ¡has hecho tanto por mí!, contigo te llevaste todos mis “Yo nunca haría eso”, mis miedos, mis” ¿Yo, amar? ¡Qué va!”.

Me quedo, dibujando aquellos días en los que éramos lo que hoy extraño, en los que podíamos soñar despiertos lo que ahora se esconde entre suplicios y pretextos…

Puedes marcharte, pero mis ojos cerrados se quedan llenos de tu risa, prefiero que tú ausencia llene mis ojos a que lo hagan  las lágrimas y luego salgan por un sitio desocupado.

Puedes marcharte, porque el miedo ya nos ha ganado.

jueves, 5 de enero de 2012

Mucho gusto, eres el amor de mi vida.

“Tal vez hoy no me quieras mucho. Tal vez eso pase en otra vida en la que ambos seamos gatos."

Un día llegaste, con los ojos llenos de inocencia, las manos ardiendo en urgencia, los besos robados y tu sonrisa puesta.  Tu que sonrisa se amolda naturalmente entre mis besos, tus miraditas, y tus greñitas despeinadas. Tus letras que encajaban perfecto en toda mi existencia, tu mirada me dejaba ver todo lo que  no encuentro, tus manos encajaban perfecto en toda mi existencia y tu presencia que me detiene el tiempo. ¡Felicidades, me dejas sin aliento!

Llegaste metiéndote a mi cama, para quedarte en  sueños y volverte parte de mi suelo. Llegaste y me abrazaste hasta los miedos, me rompiste la costumbre. Llegaste entre la sorpresa de que me buscaras rompiendo con cualquier expectativa, y en más besos que se volvieron tiempo,  tiempo, que se escondió entre sábanas y sonrisas, lágrimas porque no estabas aquí  y otra vez risas cuando volvías a aparecer dentro de algún pretexto. 

Llegaste diciendo un “Hola” seguido por un baile extraño que terminó en besos, que se volvieron noche, después madrugada y regreso a mi casa. A mi cama sin ti.

Te trato como el amor de mi vida por que todos lo son, solo que en momentos diferentes. Así que: Hola. ¿Cómo estás? Mucho gusto, eres el amor de mi vida, al menos por ahora.

Bienvenido a mi vida, ahora eres el motivo de todos y cada uno de mis versos. Te enseñare a dormir viviendo nuestros sueños, tendrás que escuchar mis miedos y aunque no lo quieras, habitar en mí. Aunque sé que tarde o temprano te vas a ir; esos ojos traviesos te delatan: te asustaras ante la idea de mi persona precipitada, inconstante, impulsiva y espontanea. Así que también te digo: Mucho gusto, quieras o no, tú vas a romperme el corazón.

Mucho gusto, te informo que estarás en los días que se volverán sonrisas pensándote, y que se harán enojo al notar que no tengo ni un día de conocerte  y seguramente te perderé por no saber frenar mis instintos de besar a quien me gusta. ¡Y es que tú me gustas tanto!

Mucho gusto, tienes que saber que esta batalla siempre llevará  tu nombre que dentro de poco voy a odiar porque me enseñara que la persona que busco sí existe y no sé si va  a quedar conmigo. Que odiaré por la incertidumbre de esas veces que te ausentaras y yo sentiré que te marchas  cuando ni has dicho adiós.
Mucho gusto, no se cuanto tiempo soportare  ver que te alejas, el ver que no logras comprender tanto amor. No sé cuanto podré esperar a darme cuenta de que si me quedo esperaré toda mi vida por algo que tal vez nunca  va  a suceder.

Mucho gusto, te diré. Te amo, pero no puedo esperar a que aprendas a estar en mis días.


Tú eres libre de permanecer en esta historia el tiempo que te plazca. Tú y yo como personas somos dos historias tan bien escritas que  estamos escribiendo con cada oración, cada beso y cada mirada una historia nueva, pero aunque es el libro de nuestro amor, no puedes arrancarle hojas cada que te plazca. También debes saber que no voy a morir ante tu ausencia, no te debo, no me debes nada.  Serás la mejor historia de mi vida; pero no quiero que ese “hola”, tan tímido y frágil, ese “hola” con tono al amor de esta parte de mi vida se convierta en años de espera. No es que no quiera, sino que no puedo.

Hola. ¿Cómo estás? Mucho gusto, eras el amor de mi vida.